*¿Sabías que el origen de la eñe es una ligadura o una sujeción
que une una cosa con otra?
La
historia comienza en los monasterios del siglo IX, donde se necesita economizar
letras y pergamino. Así pues, para el par «nn» se empezó a utilizar una
ligadura formada por una ene con una ene más pequeña en su parte superior
llamada virgulilla. Con la evolución caligráfica esta virgulilla acabó siendo
una raya. Y con la evolución de la lengua en España se adoptó este nuevo sonido
como una letra independiente como pasó en otros muchos países con la uve doble.
De esta forma en el siglo XV se comenzó a identificar la eñe y su sonido como
algo propio del castellano por no existir precedente en griego, latín o árabe.
*Murciégalo, vagamundo, requetebién,
setiembre, bebestible… ¿Qué tienen en común estas
palabras? Que están mal escritas dirás. ¡Pues mentira! La RAE las reconoce
oficialmente, por lo que su uso está aceptado. No, ‘cocreta’ sigue estando mal
dicho.
*Aunque muchos aún no lo saben, las letras Ch y Ll fueron eliminadas por la RAE en 1994.
¡Toda una mala noticia para aquellos que las estudiamos como parte del
abecedario!
*Electroencefalografista. Con 23 letras, este término tiene el
honor de ser la palabra más larga del castellano (al menos de las recogidas por la
DRAE).
*Antiguamente, al castellano también se le
conocía con el nombre de “Cristiano” (no, el
jugador no). ¿La razón? Cuando los moros
habitaron el sur de España y la práctica totalidad de la península, emplearon
esta palabra para diferenciar a las personas que hablaban castellano de
aquellas que utilizaban lenguajes árabes.
*EAOLS. ¿Te suenan
estas siglas? ¡Pues claro que no, porque no lo son! Tan sólo son las letras que más utilizamos los españoles en
nuestro día a día. La letra E se lleva la medalla de oro (16.78%),
seguida por la O (11.96%), la L (8.69%), y la S (7.88%). Por el contrario, la
menos usada es la W (0.01%). Pobrecilla.
*El castellano cuenta actualmente con
88.000 palabras (al menos así lo recoge el diccionario
de la RAE). Algunas de ellas muy extrañas.
Y aunque pueda parecer una cifra muy importante (y de hecho lo es), ésta
empequeñece si lo comparamos con las 350.000 del inglés. Ahí es nada.
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